25 de abril de 2013

Alquimia

A veces nada más conocer a alguien ya sabes que estará presente en tu vida de alguna manera, pero sigue siendo un misterio para mí qué procesos químicos se ponen en marcha para que nos sintamos atraídos por otra persona. A veces simplemente se siente una cierta simpatía que el tiempo te demuestra que no era muy acertada y sin embargo, hay otras veces en que esa química estuvo ahí desde el principio y, con el tiempo, la atracción o ganas de tener algún tipo de relación entre esas dos personas (ya sea de amistad, amorosa, o lo que el momento y las circunstancias permitan) se hace más fuerte y casi inevitable.

He de confesarlo, suspendí química la primera vez que tuve que estudiar la asignatura. Yo, que me empeño en racionalizar y entender todo, me empeciné en comprender porqué unas sustancias reaccionaban con otras y porqué lo hacían de una determinada manera. Vano intento, por supuesto. Lo que tuve que entender era que pasa porque sí y simplemente debía aprender cómo reaccionaban, no porqué.

Con esa química que decimos que existe entre dos personas, se produce una conexión que se sigue escapando a mi entendimiento pero que suele traer buenas cosas a tu vida si te abres a ello. Algo distinto es que esas cosas buenas fueran las que tú estabas buscando en este preciso momento.

¿Estás listo/a para abrirte a lo que la vida te trae?...¿lo que acaba de llegar no es lo que estabas esperando? ¿estás seguro/a de esto último? Desde hace un tiempo me sorprendo descubriendo que de alguna manera yo lo había pedido, no había especificado más y la vida, el universo, dios o aquello en lo que cada uno crea, me ha traído lo que pedí, porque no concreté.