(08/03/2015)
Hoy tengo una razón
más que añadir al hecho de estar contenta viviendo en esta ciudad: he conocido
a Marwan en un concierto. Nada más y nada menos.
De haber pasado en
una ciudad mayor es difícil que hubiera sucedido de esta manera.
"Maruán", que es como se pronuncia (sí, lo sé, seguro que hasta ahora
eras como yo y lo pronunciabas mal), ya sabes que canta, escribe poesía, y
habrás visto videos suyos en internet, como yo. Pero lo que nadie me había
dicho es la energía que te transmite este tipo y su guitarra. Transmiten sus
acordes, sus letras, sus sonrisas, su entrecejo empeñado en contarte bien las
cosas que trae consigo, sus manos… Porque sus manos se divierten, pegadas a la guitarra
y a solas.
Fui sola al concierto, sin saber muy bien qué esperar o la media de edad que encontraría. Al final, mucha
chica y la gran mayoría, jovencitas. Nunca he sido una fan de esas de
libro, de nadie. No he seguido a nadie de concierto en concierto, ni he comprado
todos sus discos (o CDs).
Me sentí en casa,
seguramente porque el local era pequeño, pero es que además Marwan te coge y a
ratitos acaricia tu alma, luego te lleva de la mano al patio de recreo y después ríes a
carcajadas porque comparte su loco mundo. Pero algunos pedazos de la velada
decide abrir otro apartado suyo y se pone serio: reivindica, te cuenta la
historia de algunas canciones y no le importa mostrar ciertas heridas.